Un sitio muy mono para almorzar en la zona del Museo del Prado es el Café Murillo. Ha sido bautizado así en honor a nuestro insigne pintor, ya que este pequeño y acogedor restaurante está muy próximo a la puerta de acceso al museo que también lleva su nombre.

En pleno barrio de las academias y nada lejos del Retiro, es  un sitio estupendo para ir  a cualquier hora del día a tomar algo, antes o después de dar un paseo por la zona.

La decoración destaca porque se han respetado todos los elementos del antiguo café  que ya existía en este lugar,  y que había abierto sus puertas en 1927. Me llamó la atención sobre todo el suelo, que contrasta con las paredes recién hechas. Si acompaña el tiempo, como el día que fui por primera vez, la zona está llena de gente y el café  es un ir y venir constate de personas que si no tienen mesa pican algo o toman una cerveza en la barra.

El restaurante sirve comida tipo bistró mediterráneo desde el desayuno hasta la cena. La carta ofrece tapas, ensaladas y platos a la plancha acompañados de deliciosos postres. También, por lo menos los domingos, cuentan con una carta de brunch, y lo mejor es que se pueden combinar platos de las dos cartas. De hecho, nosotros pedimos huevos benedictinos con salsa holandesa de la carta de brunch y el resto de la carta general. Además de los huevos, comimos patacones con huevo, guacamole y tomate, salmorejo, una ración de croquetas mitad de morcilla mitad de espinacas, y atún de rey.  De postre pedimos fondant de chocolate, tiramisú de maracuyá y  crispeta de peras y manzana, así como un batido de yogourt. El postre más rico, con diferencia, el fondant de chocolate.

Es un sitio muy agradable para comidas de amigas  durante la semana. El servicio es muy amable.

Cierra domingos por la noche y lunes todo el día

Precio medio: 35 euros

Lo mejor: el conjunto del restaurante

Lo peor: las mesas son demasiado pequeñas

c/ Ruiz de Alarcón, 27. Teléfono 91 369 36 89 Mapa de situación