Hace  un par de semanas estuvieron unos  amigos de paso por  Madrid. Sé que a él le encantan las tabernas típicas madrileñas, así que elegí para cenar  el Anciano Rey de los Vinos. A mí es un sitio que me encanta, pero siempre  voy a mediodía a tomar el aperitivo, a picar algo en la terraza o a tomar unas raciones en el comedor, pero a cenar no había ido nunca.

De camino fuimos comentando que cuando Luis Montón inauguró  esta taberna en 1909 con el nombre del Anciano Rey de los Vinos no imaginó que un siglo después  seguiría siendo de las más atractivas de Madrid y una de las más antiguas, es decir, que verdaderamente llegaría a ser una anciana.

El Anciano Rey de los Vinos está  situada enfrente de la Catedral de la Almudena, muy próxima al Palacio Real, lo que ha hecho circular la leyenda de que cuando Alfonso XIII vivía en el Palacio salía por un pasadizo para tomarse aquí unos vinos.

La taberna  ha conservado siempre su nombre original, a excepción del periodo de la Segunda República, donde se le quitó la palabra “Rey” para luego volver a ponérsela.

En cuanto a la decoración, conserva el color rojo de la fachada, tonalidad que a principios del siglo pasado indicaba a los viandantes que en el interior se servía vino. En aquella época se permitía, además, llevar comida de fuera y consumirla dentro del local. El interior también  es bastante similar al original, aunque se han sucedido diferentes reformas.  De los primeros años de existencia  se conservan las mesas de mármol, y de la reforma llevada a cabo en los años 50 data la barra de cinc del bar.

El dueño de esta taberna no tuvo descendencia, así que decidió dejársela a su empleado de siempre, Costancio Cortés, que era como su hijo. Cuando éste se jubiló, su  hija Belén dejo su carrera profesional para retomar junto a su marido  el negocio familiar.  Creo que esto es lo que ha hecho que el Anciano Rey de los Vinos siga siendo una institución en Madrid.

El domingo, cuando fuimos a cenar, Juan Carlos Cabaco nos atendió como se suele tratar a los clientes de toda la vida.

Juan Carlos posando para Te Veo en Madrid 

Esa tarde estuvo lloviendo, así que hicimos una ruta de cañas previa y no llegamos a cenar con mucha hambre. Tomamos todo para compartir. Pedimos  gambas de Huelva a la plancha, frescas y riquísimas, regalitos de torito, contundentes y buenísimos, y delicias de morcilla, que me encantaron. De postre, tarta de queso, que estaba estupenda. Lo acompañamos con  unos vinos por copas.

Cierra  los martes

Precio medio: 50 euros

– Lo mejor: el conjunto del sitio

– Lo peor: Los días de fiesta a mediodía resulta un poco ruidoso

c/ Bailen, 19. Teléfono: 915 595 332. Mapa de situación