Uno de los planes más apetecibles cuando suben los termómetros es ir a comer a El Pardo. Un pueblo en mitad de la naturaleza rodeado de monte donde pasear, comer e incluso visitar su palacio, utilizado habitualmente para acoger a mandatarios extranjeros.

A la hora de la cena es muy agradable tomar algo en la plaza o sentarnos a cenar en una de sus terrazas, a 10 grados menos que en Madrid. Hay menos restaurantes que hace unos años pero, entre los que quedan, cabe destacar El Gamo, donde mi hijo suele comer con frecuencia.

Ayer estuve almorzando allí y estaba todo estupendo. Tomamos varios entrantes para compartir: huevos rotos, habitas y un riquísimo guiso de gamo. Yo no pude tomar nada más, pero quise probar un poco de lo de los demás para poder contarlo. Estupendos el entrecot y la lubina. Eloy, el gerente, atiende muy amablemente y los camareros son muy ágiles y sirven con mucha rapidez. No cierra y el precio medio  es 45 euros.

Una vez en El Pardo, merece la pena dar, además de visitar el palacio y recorrer sus jardines. También, subir hasta la iglesia del Cristo, en mitad del monte. El paseo es muy bonito y se pueden ver ciervos y otros animales.