Hacía tiempo que quería escribir sobre el restaurante Barrera. Aparece en algunas guías con una crítica estupenda y lo tengo a tiro de piedra, pero aunque os parecerá increíble, no había escrito sobre él porque sólo había estado una vez, y cuando por fin volví fue cuando dejé de hacer el blog.
Más que un restaurante, Barrera es una casa de comidas, probablemente una de las mejores de Madrid. Si no sabes que existe y dónde se encuentra, no es el típico sitio que descubres por ti mismo; de hecho, yo paso por la puerta una o dos veces a la semana y ni me doy cuenta de que lo hago. El cartel pasa casi desapercibido, y si miras hacia adentro parece la barra de un bar cualquiera del barrio.
Una vez dentro, el comedor es pequeño y sencillo: no tiene más de 10 o 12 mesas, pero los manteles son de hilo y las copas de cristal fino. A mediodía la mayoría de la gente que te encuentras almorzando son ejecutivos en comidas de trabajo, aunque va gente de todo tipo. Nunca he ido a la hora de la cena.
Una vez que te acomodas en tu mesa, Ana te cuenta lo que hay: platos sencillos y deliciosos. No tienen carta escrita y la de vinos, que es corta pero bien elegida, te la entregan en unas hojas sueltas. De los vinos no puedo contar mucho porque una vez tomé el de la casa y las demás agua, por aquello de que hay que volver a trabajar.
La oferta culinaria no es muy larga, pero siempre hay cosas muy ricas. A mí lo único que me mata es que uno de sus platos estrella es el cabrito, y como ya sabéis los que me seguís, es de las pocas cosas a las que no soy muy aficionada. Una vez que mis acompañantes lo pidieron se me ocurrió decir que si podía tomar un filete a la plancha, y mejor no describo la cara con la que me miró Ana, de “¿y esta pobre de qué va?”, así que corriendo pedí otra cosa más elaborada.
Para mí lo mejor son las patatas revolconas, claro que, como no las tomes para compartir, mejor no tomar nada más o tener en el bolso otro modelo de repuesto de una talla más. También están riquísimas las verduras y las croquetas. En temporada, es decir, ahora, es obligatorio tomar setas porque las hacen fantásticas.
De segundo, uno de sus platos estrella es el bonito en sanfaina. También preparan muy bien la perdiz estofada, y si yo no opino, el cabrito. De postre, el suflé de turrón y el de chocolate están riquísimos.
Cierran los domingos
Precio medio: 60 euros
Lo mejor: La calidad y las patatas revolconas
Lo peor: Al no tener carta escrita no sabes los precios
C/ Alonso Cano, 25. Tel. 915941757. Mapa del sitio
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