HA CERRADO La semana pasada empecé con las comidas de trabajo. Cuando son con personas que conozco,  suelo reservar en algún restaurante nuevo para ir descubriendo los que forman parte de mi cada vez más larga lista “por conocer”. Uno de los que tenía mucho interés por visitar es La Bomba Bistrot, así  que para uno de los almuerzos quedamos allí.

Al hacer la reserva explicamos que era para un almuerzo de trabajo y, muy amables, nos reservaron una mesa que está situada al entrar al restaurante y queda bastante aislada. Me gustó mucho  porque, como ya sabéis, los reservados me parecen más aburridos.

Hace ya  mucho que quería haber ido a comer a su hermano mayor, La Bomba Rice (ahora en remodelación), inaugurado por Christophe Pais en mayo de 2012 con la idea de ir abriendo otros establecimientos bajo la marca y el concepto Bomba. Hasta ahora nunca he podido ir a comer, porque a mediodía está muy lejos de mi oficina y los fines de semana suelo salir más a cenar, y comer arroz me atrae más a mediodía.

La Bomba Bistrot pretende ser un reflejo de los bistrot franceses clásicos: un concepto cercano al de nuestras casas de comidas cuyo propietario suele ser el propio cocinero, como en este caso, y en los que se pretende tener un trato muy directo con el cliente.

En cuanto a la decoración, el restaurante está situado en  una esquina muy luminosa y está todo acristalado. En el comedor cuelgan pizarras dónde se informa sobre los platos de la carta y los cócteles. Cuenta además con una estupenda terraza.

El servicio es muy amable y se nota en su saber hacer que proceden de restaurantes de prestigio como el Club 31 y Jockey.

Con respecto a la cocina, se basa en una  buena materia prima elaborada de manera que permita mantener platos de calidad a lo largo del tiempo.

La carta incluye unos cuantos arroces de los que se sirven en su otro restaurante y algunos de sus platos típicos como la ensaladilla rusa o las croquetas de jamón ibérico de bellota, junto a carnes y pescados.

Nosotros tomamos para compartir tartar de tomate y ensaladilla rusa y de segundo cada uno un plato diferente. Os cuento lo que cada uno opinó  de lo que había pedido: el tartar de atún les pareció muy rico a las dos personas que lo tomaron, el ceviche de corvina estaba bueno pero demasiado picante como para que no se indicara en la carta, el rape negro, que pretende ser uno de los platos recomendados de la casa, estupendo, y además no es un pescado que se encuentre en todos sitios, y mis verduras a la plancha bien, pero lo más normalito. Compartimos el postre estrella de la casa: la paulova, que nos pareció rica a todos, a uno más y a otros menos. A mí, por ejemplo, me encantó. Consiste en merengue francés con auténtica vainilla de Papantla (Veracruz, México), fruta de la pasión, grosella, mango, frambuesa y fresa.

Precio medio: 45-50 euros

Cierra domingo noche y lunes

– Lo mejor: Todo estaba rico

-Lo peor: No lo descubrí en la primera visita

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