Lhardy está unido a muchos de mis recuerdos familiares, como os cuento en el primer post que escribí al poco tiempo de empezar con este blog. Todos los años empezamos la Navidad yendo a tomar su caldito y sus croquetas, pero debido a la pandemia, mi madre ha estado dos años sin venir. En ese tiempo Lhardy estuvo a punto de cerrar, aunque afortunadamente sigue abierto gracias a Pescaderías Coruñesas. En cuanto mi madre volvió a venir a Madrid, aunque era primavera, fuimos directas a tomar el caldito y se quedó encantada: Lhardy es gastronomía, elegancia y buen hacer en su nueva etapa.
Hace unos días publiqué en el listado de los restaurantes de moda en Madrid que todavía no había ido al restaurante. Me escribieron de Lhardy para decirme que eso no podía ser con el cariño que les tengo y esta semana he ido a comer. No me pudo gustar más.
Decoración
Hablar de la decoración de Lhardy es hablar de elegancia, de una manera de entender la gastronomía que ya no se encuentra en muchos sitios. El restaurante está todavía más bonito en esta nueva etapa porque sus dueños han respetado todo, lo único que han hecho a sido recuperar lo que se había estropeado. Han cambiado los suelos por otros iguales adquiridos en un anticuario francés; han subido los techos del pasillo que une las distintas salas -se habían bajado en los sesenta cuando se puso de moda- y han dejado al descubierto unas vidrieras preciosas. También se conserva el teléfono que Alfonso XIII quiso instalar para poder comunicar unas zonas de Madrid con otras, no demasiadas si tenemos en cuenta que el teléfono de Lhardy es el número 20 de la capital.
También han puesto en circulación toda la vajillas, la plata y la cristalería que se había guardado en los últimos años. Así podría seguir contando miles de cosas que hacen a este restaurante único.
En cuanto a las salas, se siguen manteniendo las de siempre: el salón isabelino, el principal, y el resto de salones y privados, Japonés, Blanco, Sarasate, Gayarre y Tamberl. A estos hay que añadir los del piso de al lado, que está unido y que ahora se ha adaptado al mismo estilo de la zona principal. Cuenta, además, con un pequeño patio interior muy agradable. Lhardy tiene todo el edificio donde se encuentra el restaurante que alberga grandes historias que espero poder contaros, dentro de dos meses, y que os van a divertir mucho.
En la entrada desde la calle está la tienda en la que, además de comprar todo tipo de productos gourmet y dulces típicos, se puede tomar un consomé y aperitivos.
Cocina
En cuanto a la cocina, lo mejor es reproducir lo que ellos cuentan en su web “Con la misma esencia y filosofía que en sus orígenes en 1839, en la carta de Lhardy conviven platos clásicos que ya forman parte de la historia de la gastronomía madrileña, como el mítico cocido de Lhardy, las croquetas, el solomillo Wellington o el souflé, y nuevas creaciones como el lenguado Evaristo al Champagne o la Lubina Bellavista”. Nosotros nos dejamos sorprender y comimos genial. Esto fue lo que tomamos: de aperitivo humus con pimentón de la Vera y crudités, y un consomé que es el más rico de Madrid.
Después, croquetas, que me encantan; setas con huevo poché, un plato fuera de carta; pâte en croûte Lhardy, delicioso, y su maravilloso lenguado.
De postre, el soufflé. Ir a Lhardy y no tomarlo para mi es imposible.
Lhardy: gastronomía, elegancia y buen hacer en su nueva etapa y con un equipo de sala muy profesional y amable.
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Con mi amiga Teresa
