Uno de los restaurantes italianos con más tradición en Madrid es Luna Rossa. Abrió sus puertas hace casi 30 años y actualmente está en manos de la segunda generación. No había ido nunca hasta que conocí a Ana Carla Zucchini, hija del fundador y actual propietaria junto a su hermana. Luna Rossa fue el primer restaurante italiano que empezó a elaborar en Madrid la verdadera pizza napolitana. Para ello construyeron un horno de leña, con piedra de Sorrento refractaria, igual a los que hay en los restaurantes de Nápoles.
Decoración
Luna Rossa está situado en Malasaña en un local en el que comparten espacio la barra y la sala. La decoración es bastante sencilla como la de las auténticas trattorias napolitanas, ciudad de origen de los propietarios. Las paredes alternan el ladrillo visto con zonas encaladas en blanco. El frente de la barra y la pared de debajo de los ventanales se han cubierto con azulejos napolitanos. Las mesas son de madera cubiertas con manteles blancos.
Cocina
La cocina de Luna Rossa es Napolitana. Actualmente está haciendo un cambio para posicionarse como un restaurante de cocina más sofisticada y de vanguardia, aunque sin renunciar a sus platos clásicos, como las pizzas, por los que son muy conocidos.
Las pizzas de Luna Rossa siempre han sido muy valoradas. Se elaboran en el horno de leña por el pizzaiolo Cristian Ojea, marido de Carla. Además, elaboran pizza frita, típica de Nápoles, que es muy difícil encontrar fuera de Italia. Esta pizza se solía hacer en Nápoles los lunes, el día que cerraban los hornos y la gente en casa freía la del día anterior.
Nosotros queríamos probar las pizzas y también sus platos nuevos y tomamos todo para compartir. Empezamos por un dueto de dos quesos, búfala con mozzarella y provola ahumada, servidos con verduras de temporada a la plancha.
Nos pusieron una de sus pizzas más originales la Bacio di Giuda -beso de Judas-. Esta pizza rompe un poco con la tradición de las pizzas que toman los napolitanos porque tiene piña. En esta pizza la piña es natural flambeada al licor de Amaretto con ricotta aromatizada al cebollino. Mis pizzas favoritas son las que tienen piña, así que me gustó mucho.
También probamos la pasta, en este caso pappardelle al ragú de Prosecco que tiene cinta de pasta fresca al huevo y una salsa que se hace con ragú de cerdo ibérico al Proseco (vino blanco espumoso) cocinado a fuego lento durante cuatro horas. De postre nos pusieron sorbete de limoncello con textura de helado. También dan cada vez más importancia a la bodega. Cuentan con numerosas referencias de vinos italianos muy originales. Nosotros tomamos un blanco de la bodega Ca Rugate elaborado con uva Soave del Veneto, la misma zona del Valpolicella, un vino afrutado y versátil muy rico.
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