Hay países que siempre me han atraído, que todavía no conozco y quiero visitar con mi hijo. Uno es Israel, pero como otros destinos, tendrá que esperar a que las cosas mejoren. Una manera de acercarse a ellos sin salir de Madrid, incluso sin movernos de casa, es a través de su cocina y esto si podemos hacerlo. El martes fuimos a cenar a Barganzo a tomar cocina casera de Israel y nos encantó.
Barganzo es el proyecto del matrimonio Israelí Tamy y Alviv Mizrachi. Vinieron a Madrid hace cinco años a trabajar en una empresa que nada tiene que ver con la restauración. Se enamoraron de Madrid, donde han nacido sus hijos, y ya no quisieron marcharse. Decidieron montar un restaurante de cocina de su país y le dieron el nombre de Barganzo como homenaje al garbanzo, sobre todo a uno de los platos más famosos elaborados con él en la cuenca mediterránea: el hummus.
Decoración
Barganzo llama la atención por su sencillez y luminosidad, a pesar de que fuimos a cenar cuando ya no entraba luz del día. Ocupa un espacio cuadrado con toda una pared de cristaleras a la calle y la cocina abierta al fondo. El mobiliario es de madera muy clara y, en el conjunto de la decoración, resaltan unos retratos con mucho color en una de las paredes. El ambiente joven y cosmopolita y en casi todas las mesas se hablaba un idioma diferente.
Cocina
Al frente de la cocina suele estar Tamy, pero el día que nosotros fuimos a cenar estaba Alviv. Nos contó que la cocina que elaboran es la misma que hacen en casa, auténtica comida de Israel. Me dejó entrar en la cocina y preparar con él un plato de shakshuka.
Los platos son recetas de Oriente Medio y otras mediterráneas. Para elaborarlas utilizan ingredientes 100% frescos y kosher. Ir a comer a Barganzo es redescubrir el hummus y el placer de una buena comida veggie y saludable. Teníamos que probar el hummus, pero nos costaba elegir entre las diferentes variedades que proponen en la carta. Decidimos dejarnos aconsejar y tomar lo que Alviv nos recomendara. Empezamos por un plato de falafel con tahina blanca y perejil.
Continuamos con un plato de Arrayes (pita de setas) que consiste en pan de pita completo a la parrilla con una mezcla de champiñones, cebollas y especias; hummus clásico con garbanzos cocidos calientes, tahini blanco, huevo cocido y aceite de oliva.
Después nos pusieron ensalada israelí de verduras picadas con garbanzos picantes y tahini blanco y a continuación berenjena asada. La preparan entera directamente a fuego abierto y le ponen tahini blanco, tahini , amba (el fruto de un árbol llamado Mangle), tomates picados y cebolla morada, todo sazonado con hierbas aromáticas.
De postre tomamos panacota con agua de rosas y pistachos, y en esta ocasión le habían puesto fresas, aunque es algo excepcional. A continuación tomamos un postre, servido en vaso, muy cremoso, elaborado con el truco de la abuela de Alviv que era de origen español.
Las raciones son generosas, así que si no te las acabas, y lo pides, te las preparan para llevar. El servicio es muy amable. También disponen de take away.
En la mayoría de las mesas estaban tomado pita y me acordé mucho de mi amiga Imma. Cuando éramos becarias en Bruselas y al final de mes nos quedaba algo de dinero a una de las dos, nos íbamos a tomar una a un restaurante con chimenea en el boi de la Cambre que nos parecía un lujo.
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