La Tasquita de Enfrente es uno de mis restaurantes favoritos de Madrid y uno de esos restaurantes donde, por lo menos, habría que ir a comer una vez en la vida. Ya publiqué un post, pero aunque lo he ido actualizando, han cambiado cosas que merecen dedicar uno nuevo. Lo primero que me viene a la cabeza al pensar en La Tasquita de Enfrente es un lugar para disfrutar comiendo. En mis ya más de 10 años escribiendo este blog he ido elaborando una pequeña lista de cocineros a los que admiro, y Juanjo López es uno de ellos. Así que cuando mi hijo me planteó volar de nuevo pensé, como siempre que se dispone a hacerlo, llevarlo a disfrutar de los sitios que me gustan y que él quiere conocer para que se vaya cargado de buenos momentos con su madre. Uno será nuestra cena del miércoles en La Tasquita de Enfrente.
Decoración
La Tasquita de Enfrente cuenta con una sala no muy grande, con pocas mesas y muy separadas unas de otras. No solo ahora debido al Covid, que lo están más todavía; siempre ha sido así y eso me encanta. La decoración es bastante sencilla. Tres de las paredes de la sala son blancas y están llenas de cuadros, y la cuarta es de ladrillo visto. Las mesas negras no llevan mantel, las servilletas son de hilo y las sillas están tapizadas en marrón. Desde la sala también se ve la bodega, instalada en una de las paredes como una falsa ventana.
Cocina
La cocina es de mercado con recetas muy bien ejecutadas. Juanjo López ha actualizado la cocina tradicional que se servía en el restaurante de su familia pero manteniendo su esencia. Los productos que utilizan son todos de procedencia cien por ciento española. Ahora, ofrecen un menú que Juanjo va elaborando en la mesa con los clientes. Nos fue contando qué nos iba a poner y fue ajustando lo que había previsto a mi anisakis.
Os cuento todos lo que tomamos y que nos encantó. Como primero nos puso a los dos ensaladilla rusa; a mi me encanta y pensé que por un día la podía tomar, y me sentó genial.
A continuación mi hijo tomó el salpicón de langostinos de Sanlúcar con verduras y salsa de las cabezas, todo triturado como si fuera mayonesa. Yo tomé unos boletus con coliflor espectaculares. Ahora hay muy pocos, así que tuve la suerte de poderlos tomar.
Después mi hijo tomó boquerones sobre huevo frito. Ese plato me dio una envidia terrible, aunque las judías verdes que me pusieron a mí estaban muy ricas. El plato siguiente fue taco de bonito con piparra frita sobre mojo picón, para mi hijo y yo tomé brotes de espárragos con huevo frito.
Terminamos con unas albóndigas con sabor a foie deliciosas y de postre tomamos la panacota. No puedo creer que con todo lo que comí no me sentí nada llena y volví a casa dando un paseo estupendo. Debe de ser por la manera de cocinar porque comer, comí mucho. Lo que más le gustó a mi hijo fueron las albóndigas y el postre.
El servicio es muy atento.
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