Lucía es mi prima, mi prima pequeña para más señas. Creo que ella es la que ha heredado la mejor vena literaria de nuestra familia. Una familia de artistas, escritores, pintores, pero sobre todo una familia simpática y divertida. Hace unos días le pedí que nos contara dónde irá el primer día que salgamos del confinamiento y aquí lo tenéis. La Casa de Campo vista por Lucía Valcárcel Silvela es uno de mis regalos favoritos de este cumpleaños.
La Casa de Campo de Madrid
Me pregunta mi prima cuál será el primer lugar al que vaya tras esta cuarentena. No pienso en bares, menos aún en otras casas, pienso solo en pasear por el campo y dejar reposar la vista sobre el agua del río.
Último paseo
Recuerdo nuestro último paseo antes de cerrar la puerta de casa. El miércoles 11 de marzo nos reunimos en el río, comimos a deshora en Casa Mingo, un pollo asado y una ensalada, una botella de sidra para dos. Un día radiante y cuasi primaveral. Paseamos por el cauce del río, cruzamos el paso elevado por la colonia del Manzanares. La Casa de Campo nos recibió espléndida y ya muy tranquila, apenas un par de ciclistas, algún paseante. Las flores amarillas de la retama brillaban entre las encinas. He recordado muchas veces durante estos días esa imagen. Vimos conejos entrando y saliendo de sus madrigueras. Cruzamos el bosque de pinos, llegamos hasta la tapia de Humera, giramos por los riachuelos, bordeando el interminable recinto verde que sirve de pulmón a los madrileños sin pueblo. Paseamos entre almendros en flor, llegamos a la central eléctrica, de nuevo la civilización, el ruido de los coches, el paso a nivel, la piscina municipal en obras, una tienda de ultramarinos entre casas humildes. Un abuelo fumaba en la esquina, su nieta, comiendo pipas, le dijo “abuelo, no fumes” y él contestó “si no estoy fumando”. Me pregunto qué habrá sido de él, si habrá sobrevivido a esta pandemia, si habrá dejado de fumar.
Cruzamos de vuelta por la pasarela de Almuñécar y brindamos en el Patanegra con un par de Kelers. El día había sido catártico y hermoso y no esperábamos que fuera el último de esa primavera anticipada en que paseáramos por el campo y oliéramos la vida.
