En 2019 ha cambiado el nombre a María La Galleta
Carlos Fontaneda ha abierto Raro Rare, su tercer restaurante en Madrid tras el Bar Galleta, al que no os lo creeréis pero todavía no he ido, y El Perro y la Galleta, que me encanta. Aunque el nombre del restaurante se liga a su familia, es en homenaje a su tío Ángel coleccionista de cosas raras, ya no hace referencia a las galletas, lo que desde mi punto de vista ha sido correr un riesgo porque ¿a quién no le da sensación de confianza la palabra galleta unida al apellido Fontaneda?
El restaurante está situado en el bajo de un edificio del siglo XIX y cuenta con grandes cristaleras a la calle. Desde que pasas por la puerta llama la atención porque el propietario ha utilizado como elementos decorativos los objetos raros de su tío: cabezas de unicornio de tela, llaves, estribos, bastones, jarras, langostas, tarros de farmacia… Todo llama la atención. Vigas en las paredes, suelos de madera recuperada, mesas de madera, veladores de mármol y un banco corrido en una esquina completan la sala, no muy grande, presidida por el retrato de la diosa Hera.
En cuanto a la cocina, la carta está repleta de platos Rare (en inglés, además de raro, con relación a la cocina significa poco hecho) y otras recetas muy originales (Rare también significa excepcional) Nosotros tomamos todo para compartir: ensaladilla rusa verde con merluza y chips de topinanbur; liozas -gyozas- hechas de pollo con cebollita china y salsa de chili; tacos de carrillera pibil y alcachofas con polvo de ajo, queso emental y cecina. Las raciones son bastante abundantes, así que nos pasamos un poco y no pudimos terminarnos todo. La carta cambia todas las semanas.
El servicio es muy amable.
Hace un par de días fue a cenar una amiga con su marido y me contó que les había gustado mucho.
C/ Barceló, 5 Teléfono 682 05 03 04 Mapa de situación
A nosotros nos salió un poco más cara, pero croe que porque al escribir el post me he dado cuenta de que nos cobraron una botella de vino en lugar de una copa y por eso nos subió más de precio. No nos dimos cuenta ni la persona que nos sirvió ni nosotros.