Este año, no sé como lo he hecho, he reducido mi número de comidas navideñas. En cualquier caso las que he celebrado han sido en sitios que merecen la pena. Uno de los que más me ha gustado de los que he descubierto estos días ha sido el restaurante Hortensio, abierto a principios del año pasado, creo que hay que considerarlo como uno de los mejores de los que se han inaugurado en Madrid en 2015.
La decoración es bastante clásica. Una acertada intervención arquitectónica del local, donde se encontraba Casa Ciriaco, una de las casas de comidas de siempre de Chamberí, ha dejado a la vista los elementos de la construcción original: granito, ladrillo y hasta las rozas por las que discurren cañerías y cables. A un local hecho de estos materiales le faltaba un poco de calidez que se ha conseguido gracias al empleo de madera en el suelo. Las mesas son grandes, con manteles blancos, muy bien separadas entre sí y, como detalle más actual, la cocina está a la vista de los comensales. El conjunto del restaurante resulta elegante y acogedor tanto si vas por un almuerzo de negocios como a celebrar una cena romántica con tu chico/a.
El restaurante Hortensio es el proyecto del chef Mario Vallés. Lo conocimos el día que fui a almorzar y nos contó algunas cosas sobre él y su proyecto en Madrid. De origen colombiano, está afincando en España desde hace más de veinte años. Se formó en Madrid, Londres y París y trabajó en el Celler de Can Roca y en Pamplona con Coldo Rodero.
Su cocina sorprende por su técnica y por la creatividad con la que elaborar recetas tanto tradicionales como actuales. En sus platos se aprecian la ortodoxia francesa junto a la frescura y ligereza de la cocina española contemporánea. El resultado es una cocina de sabores, en la que se puede disfrutar también de deliciosos platos de fusión asiático-americana.
La carta es corta, pero muy atractiva. Yo fui con una amiga a la hora del almuerzo y pedimos para compartir ensalada Hortensio de calabaza, muy original. De segundo, tomé el solomillo con puré de patata y ella la presa ibérica con puré de membrillo. De postre compartimos la tarta fina de hojaldre, manzana y helado, que es diferente a las que tomamos habitualmente -a mi me encanta y la suelo pedir siempre que la veo en la carta. El helado tiene haba-tonka (semilla del árbol Dipteryx odorata, de la familia de las fabáceas) traída directamente desde Venezuela.
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