HA CERRADO Anoche fui a cenar a La Verónica. Había lleno total y muchas de las mesas grades estaban ocupadas por galerías de arte participantes en ARCO. Se nota el origen profesional de Mariana Gyalui, que ha sustituido a Tati, su tía, al frente de este restaurante.
Si escribiera un post sobre los restaurantes donde el trato es más amable, uno de los primeros puestos sería para LaVerónica. Este restaurante es La Vaca Verónica de siempre, a la que su propietaria ha rebautizado tras hacer una reforma con motivo de los 25 años de su inauguración. Su dueña y el personal de sala son los mismos y también se mantiene la calidad de la comida.
Elegí La Verónica para celebrar el Día de la Madre. Me espanta dar la lata, pero había reservado para almorzar, mi hijo volvía de pasar el puente fuera de Madrid y un día de puente es difícil calcular la hora de llegada. Tuve que cambiar la hora de la reserva cinco o seis veces, todo gracias a las facilidades que me dio Carolina. Nos sirvieron a las cuatro y media de la tarde, con una sonrisa y amabilidad como si acabaran de abrir el restaurante. Además, nos cambiaron de mesa en cuanto se quedó una disponible porque les parecía pequeña la que nos habían asignado.
Con Tati en la otra foto Carolina
La Vaca Veronica, inaugurado por Tati Casado hace 25 años, ha sido siempre un lugar de ambiente cosmopolita y frecuentado por artistas. De hecho Mariana, la sobrina de Tati, antes de incorporarse a la gestión del restaurante se dedicaba profesionalmente a ese mundo. Estuve un rato charlando con tía y sobrina y me parecieron dos personas encantadoras y eso se refleja en la atención que dan en sala.
La nueva decoración es bastante original. Predomina el blanco en paredes y mesas, se mantiene el color amarillo como seña de identidad, y se mezcla con otros tonos fuertes que dan un aspecto muy alegre al restaurante. Me encantan las alfombras de pleita (esparto) que han colgado de las paredes, los cuadros y los ventanales por donde entra bastante luz natura. En mi última visita me llamó la atención un nuevo mural de flores que cubre una de las paredes.
La carta sigue ofreciendo estupendas recetas basadas en buenas materias primas y en las raices argentinas de la propietaria. Conserva sus platos tradicionales como el linguini de carabineros, que parten en la propia mesa delante de los comensales. Nosotros decidimos tomar carne y compartir, como entrada, jamón ibérico con pan de cristal. Probamos las carrilleras y el filete LaVeronica, todo riquísimo. De postre, tarta de manzana. Además de la carta disponen de menú del día y menús especiales. En mi última visita a cenar pedimos todo para compartir: croquetas de pringá, mollejas, de las mas ricas que he tomado y carrilleras, un clásico de esta casa que me encanta. De postre una tarta de queso que estaba deliciosa.
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