Conozco la Castafiore desde sus inicios, pero hacía tiempo que no había ido. Tal vez por esa inquietud de intentar conocer todo lo que llega nuevo, a veces no nos queda tiempo suficiente para disfrutar de lo que ya conocemos y nos gusta. Desde que inauguraron el primer restaurante, en la calle Barquillo, la fórmula comida rica y buena ópera en directo ha sido todo un éxito.
Hace unos días tuve la suerte de ir a cenar con los hermanos Fernández de Pedro, los dueños del restaurante. Paca, enamorada de la ópera desde pequeña, fue quién tuvo la idea de abrir un restaurante en el que ofrecer ópera en directo, cantada por los propios camareros. Estos, como me contaron durante la cena, compaginan La Castafiore con sus trabajos en los principales teatros de España… o del mundo. Hace unos meses, por ejemplo, contrataron a una de las sopranos en La Scala de Milán, como me explicaba José “te puedes imaginar lo orgullosos y contentos que estamos”. Cuando Plácido Domingo cantó el papel de Vidal como barítono en Luisa Fernanda en el Teatro Real, los dos tenores eran de La Castafiore. Así, una tras otra se suceden las historias sobre los cantantes del restaurante, pero lo que comentan con más cariño es “vayan donde vayan a actuar, todos vuelven porque esta es su casa”.
El local ya te llama la atención al llegar. La decoración es muy sencilla pero te sientes en un lugar diferente, y, de repente, descubres porqué. La Castafiore se encuentra, dejó la calle Barquillo hace ya bastantes años, en el que fuera el estudio del coreógrafo de RTVE, Alberto Portillo. Aquí se rodaron escenas de películas como Ay Carmela o Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?. En esta sala han ensayado actrices de la talla de Concha Velasco, Celia Gámez o Concha Piquer.
En cuanto a la cocina, es muy rica. Tomamos como entrantes para compartir ravioli de pera y queso gorgonzola con una crema muy suave de champiñón que me encantaron; cecina, quise probarla porque no es uno de mis platos preferidos y me habían comentado que en este restaurante es muy rica, estaba deliciosa, y foie servido en su punto de temperatura (últimamente lo sirven demasiado frío en muchos restaurantes). De segundo tomé un solomillo estupendo y mi amiga bacalao al pil pil que le chifló. Aunque no nos cabía nada más nos animamos a probar el sorbete de pistacho, muy, muy original.
La cena se va amenizando con las intervenciones de los cantantes, que actualmente son unos 20 o 25 por lo que cada noche actúan unos diferentes y nunca se repite el repertorio. Interpretaron, entre otras, O sole mío, Nessum Dorma, Funiculí funicula… terminaron con el brindis de la Traviata. Después hubo sorpresas porque coincidimos cenando con un matrimonio que celebraba con toda su familia sus bodas de oro y les dedicaron alguna canción de amor. Además, una señora celebraba su cumpleaños y también la felicitaron. En una de las intervenciones de los cantantes nos sacaron a bailar, yo acabé bailando con el señor de la mesa de al lado, no me extraña que, como nos contaron, haya noches que acaban juntándose las mesas y prolongando la velada hasta la madrugada.
Al final nos sorprendieron todavía más, no os lo cuento pero os dejo una foto al final del post que es una pista. Ya me contaréis cuando vayáis si habíais descubierto la sorpresa. Para que os hagáis una idea de cómo lo pasamos, era martes y terminamos casi a las 2 de la mañana.
¡Aviso! En este restaurante te puede suceder cualquier cosa, no pararon de contar anécdotas en toda la noche. Por ejemplo, el día que fue Felipe VI, entonces príncipe, reservó otra persona cuando ya estaba lleno, consiguió mesa pero cenaron en la peor. Un cliente durante una cena pidió la mano a una de las cantantes y, a pesar de que casi no se conocían, aceptó. Otra noche desapareció a media actuación una de las cantantes, la acababa de dejar su novio y se metió tanto en el papel que no puedo seguir cantando….
C/ Marqués de Monasterio, 5 Teléfono 91 532 21 00 Mapa de situación
