Desde septiembre no se habla en el mundo gastronómico madrileño de otra cosa que no sea Villoldo, la sucursal en Madrid de “Estrella del Bajo Carrión”. Este excelente hotel-restaurante, abierto hace más de tres décadas por las hermanas Pedrosa, es la mejor casa de comidas de Palencia y cuenta con dos soles Repsol.

Este verano, una de las tres hermanas, Pilar, y su hijo Anselmo han sido los encargados de abrir el restaurante de Madrid en un semisótano del barrio de Salamanca. De hecho, para acceder al restaurante hay que bajar una pequeña escalera que lleva a una minúscula barra. Pilar está al frente de la cocina elaborando las mismas recetas que desde hace más de 30 años se elaboran en el restaurante de Palencia, y Anselmo es el encantador jefe de sala.

El restaurante cuenta con dos pequeños comedores, un patio interior muy atractivo y un reservado para unas 12 personas. Está decorado de manera muy sencilla. De las paredes, completamente blancas, cuelgan algunos cuadros que posiblemente sean imágenes de paisajes palentinos. Las mesas, con manteles blancos, guardan una buena distancia entre ella a pesar de ser un local pequeñito.

La cocina se basa en los productos de temporada, traídos de Palencia y alrededores, y en los guisos típicos de la zona. Uno de los días que fui a almorzar, Anselmo nos ofreció níscalos cogidos por él mismo en su tierra el día anterior. Los pescados los traen desde Santander.

He ido en dos ocasiones con diferentes personas. La primera vez tomamos para compartir alubias blancas viudas de la Vega de Saldaña, el plato estrella de la casa, y me parecieron sabrosísimas. Como queríamos probar otro entrante, para que no fuera demasiado, nos ofrecieron media ración de alubias servidas en unos cacharritos muy monos en los que cabían ocho o diez cucharadas. Pedimos también menestra de verduras y, de segundo, lomo bajo de choto a la parrilla. Todo riquísimo.

La segunda vez fui con un grupo más amplio de personas y probamos como entrantes níscalos y borraja (creo que es la borraja más rica que he tomado). De segundo yo elegí un solomillo a la plancha; los demás pidieron alubias con hongos, rape de barriga negra, paletilla entresacada y steack tartare;  a todos nos encantó lo que comimos. De postre compartimos arroz con leche “como en Villodo” –espectacular- y crema fría de café con capuccino de choco. El vino lo tomamos por copas

El servicio es muy amable.

Cierra los domingos.

Precio medio: 45 euros.

-Lo mejor: la comida y su relación calidad precio.

-Lo peor: De los platos fuera de carta no cantan el precio, aunque resulta ser similar al de los platos que si aparecen en la misma.

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